Los agricultores recurren cada vez más a métodos agrícolas sostenibles a fin de aumentar la productividad y, al mismo tiempo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En una serie de proyectos de investigación coordinados por el OIEA en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se están utilizando técnicas de isótopos estables para verificar la eficacia de métodos agrícolas inocuos para el medio ambiente.
La agricultura, especialmente las operaciones comerciales a gran escala, suele basarse en una combinación de monocultivos y el uso de grandes cantidades de fertilizantes químicos, a menudo en detrimento de los ecosistemas. El monocultivo es una práctica consistente en sembrar año tras año el mismo cultivo en la misma parcela, lo que disminuye la fertilidad del suelo. Los agricultores compensan este descenso de la fertilidad del suelo aplicando cantidades excesivas de fertilizantes químicos, que contribuyen al cambio climático debido a que emiten 1,2 millones de toneladas anuales de óxido nitroso en todo el mundo, un gas de efecto invernadero 260 veces más potente que el dióxido de carbono.
Las prácticas agrícolas sostenibles alrededor de las cuales giran estos proyectos de investigación ofrecen soluciones eficaces en relación con los costos para aumentar la productividad y, al mismo tiempo, luchar contra el cambio climático.