La escala de los desastres ocasionados por el cambio climático es cada vez mayor. Este año más de un tercio del Pakistán quedó sumergido por inundaciones debidas a lluvias y el deshielo de glaciares; cientos de millones de personas se vieron desplazadas y sufrieron el impacto de estos fenómenos.
Los incendios forestales arrasan con los bosques en Europa, las sequías destruyen cultivos en África Meridional y las tormentas azotan el Caribe. El cambio climático nos afecta a todos, pero la mayor carga recae en las comunidades más vulnerables.
Si bien la situación a nivel mundial no es nada auspiciosa, hay esperanza en las ingeniosas soluciones propuestas por el ser humano para resolver un problema causado por él. La crisis climática que vivimos está impulsada por los gases de efecto invernadero que se liberan a nuestra atmósfera a partir de la quema de combustibles fósiles. El carbón, el petróleo y el gas natural han sido fundamentales para el desarrollo social y tecnológico en los últimos 200 años; no obstante, debido a sus propiedades de conservación térmica estas emisiones calientan nuestro planeta a la vez que afectan a nuestros sistemas meteorológicos, los océanos y la salud de nuestro planeta.
La reducción de emisiones y la adaptación a las condiciones que enfrentará nuestro planeta en un futuro plagado de crecientes desafíos representan una prioridad para todos los países y regiones del mundo. El OIEA desempeña una función primordial en el logro de este objetivo.