Más allá del estudio de los contaminantes marinos, el Sr. Uddin afirma que las técnicas nucleares también desempeñan un papel clave en nuestra capacidad para comprender mejor cómo el cambio climático afecta directamente al crecimiento de los organismos marinos. En otro estudio sobre copépodos, el Sr. Uddin aumentó paulatinamente la acidez y la temperatura del agua durante un año. Descubrió que los copépodos fueron capaces de adaptarse a las condiciones cambiantes a lo largo de 14 generaciones.
En otro estudio, el Sr. Uddin crió gambas en condiciones de agua cada vez más ácida, similares a las modelizadas en escenarios avanzados de cambio climático. Utilizó un radiotrazador, el calcio 45, para determinar cómo afecta la acidificación de los océanos a la transparencia de los exoesqueletos de las gambas, un indicador de su salud. El Sr. Uddin descubrió que, si bien el tamaño de las gambas no variaba de generación en generación, eran menos eficientes y consumían el doble de alimento para alcanzar su peso habitual.
“Lo que estamos viendo no es todo catastrófico para la vida marina si los efectos del cambio climático se producen durante un lapso lo suficientemente prolongado. En nuestros estudios observamos que los copépodos y las gambas se adaptan al cambio climático a medida que pasan las generaciones”, afirma el Sr. Uddin.