Un nuevo dispositivo, cuya sencilla fabricación cuesta menos de 1 dólar de los EE. UU., podría ser útil en los esfuerzos mundiales destinados a reducir los efectos nocivos de la contaminación atmosférica causada por las emisiones de amoniaco y, al mismo tiempo, mejorar el acceso a los alimentos. El pequeño instrumento de plástico fue diseñado por científicos brasileños en colaboración con el OIEA y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Tras someterlo a técnicas isotópicas para comprobar y confirmar su fiabilidad, el dispositivo se está dando a conocer con el fin de ayudar a los países a monitorizar y gestionar mejor las emisiones de amoniaco procedentes de la agricultura, incluida la industria ganadera.
El amoniaco —que es un compuesto de nitrógeno e hidrógeno— es uno de los principales subproductos de la agricultura. Se trata de un gas que se libera como resultado de la descomposición de los fertilizantes y el estiércol, por ejemplo. Este gas (NH3) puede actuar en la atmósfera como fuente secundaria de óxido nitroso (N20) —un potente gas de efecto invernadero— y dañar los ecosistemas agravando la contaminación del agua, así como causar problemas de salud en las personas.
Cuando el fertilizante no se aplica correctamente, hasta la mitad del nitrógeno que contiene podría perderse en la atmósfera, lo que también tiene importantes consecuencias financieras. Conocer esta pérdida es fundamental para formular recomendaciones a los agricultores sobre la mejor forma de gestionar el uso que hacen de los fertilizantes, lo que a su vez puede ayudar a maximizar la productividad y los beneficios.
“Un promedio del 35 % de los fertilizantes nitrogenados que se utilizan en el Brasil acaba en la atmósfera en forma de amoniaco, con grandes consecuencias para el medio ambiente y la economía”, asegura Segundo Urquiaga, edafólogo en el Centro de Investigación en Agrobiología de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).
La población mundial sigue aumentando y, con ella, la demanda de alimentos. Esto, a su vez, da lugar a la expansión de las industrias ganaderas y a una mayor dependencia de fertilizantes nitrogenados sintéticos y orgánicos para producir alimentos. También implica mayores emisiones de amoniaco. Se prevé que esta tendencia continúe durante el próximo decenio, lo que constituye una amenaza para la salud humana y el medio ambiente.
Expertos de países como el Brasil están buscando formas de medir y mitigar las pérdidas de amoniaco que acaban en la atmósfera. Si bien ya se dispone de muchos métodos sofisticados, como túneles de viento, la espectroscopia por exploración anular total de la cavidad y las técnicas micrometeorológicas, se trata de soluciones caras que requieren técnicos de campo altamente cualificados para su operación.
“Medir y mitigar este proceso ha sido una tarea laboriosa, larga y relativamente costosa en el pasado”, explica el Sr. Urquiaga. “Esta nueva técnica es rentable, rápida y puede adoptarse en cualquier lugar. Su uso tendrá un efecto directo para los agricultores, que no solo ahorrarán recursos, sino que también reducirán la contaminación atmosférica”.