A lo largo de la historia, dos recursos naturales han sido fundamentales para el auge de las civilizaciones: el suelo y el agua. En nuestra era, algunas actividades humanas y el cambio climático ponen en riesgo estos recursos.
Toma años revertir el daño que sufren los suelos, algo que solo se logra mediante labores coordinadas, la participación activa de la comunidad y la cooperación de varios organismos. Ese es el enfoque que el OIEA y la FAO han adoptado para prestar asistencia a los científicos de Honduras y del mundo en el uso de las técnicas nucleares con el fin de estudiar la erosión del suelo y poner en marcha medidas que puedan ayudar a las comunidades a adaptarse a la desertificación.
“Según Naciones Unidas, aproximadamente un 20% de la superficie de la Tierra cubierta de vegetación está sumamente degradada o se está degradando a alta velocidad y por ese motivo se pierden 12 millones de hectáreas de suelo cada año”, dijo Lee Kheng Heng, Jefa de la Sección de Gestión de Suelos y Aguas y Nutrición de los Cultivos del Centro Conjunto FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura.