El agua subterránea es la mayor fuente de agua dulce para el ser humano. Mediante técnicas isotópicas, se puede determinar el origen y las tasas de recarga del agua subterránea, información que se obtiene a partir de los isótopos estables y radiactivos presentes en esas aguas.
Aguas subterráneas
Las aguas subterráneas constituyen el 30 % del agua dulce disponible en el mundo. Un 69 % está atrapada en los casquetes polares, mientras que los ríos y los lagos representan únicamente un 1 %. A menudo, el agua subterránea está escondida en las profundidades de acuíferos, rocas permeables y sedimentos, y para su extracción se utilizan pozos de bombeo. No es raro que los acuíferos sean recursos hídricos renovables que se llenan lentamente mediante la infiltración del agua de lluvia a lo largo de cientos o muchos miles de años.
El aumento de la población mundial, junto con una agricultura más intensiva y un uso industrial cada vez mayor, han dado lugar a una demanda de agua subterránea en constante aumento. Los gestores del agua de muchas regiones se han visto obligados a hacer frente a la sobreexplotación de los acuíferos accesibles y con frecuencia tienen que depender de fuentes de agua subterránea profundas antiquísimas para suministrar de forma fiable agua dulce. A esto se añaden las amenazas derivadas del derrame de contaminantes y toxinas en las aguas subterráneas, por ejemplo procedentes de la agricultura, la industria o las actividades urbanas.
La evaluación científica del origen y de la tasa de recarga de los acuíferos es clave para que estos puedan desempeñar su función como fuentes de suministro fiables de agua a largo plazo. Los isótopos estables y radiactivos presentes en las aguas subterráneas pueden utilizarse para saber más sobre el origen de esas aguas y sus tasas de recarga. A fin de estimar las edades de las aguas subterráneas se utilizan los isótopos presentes en el agua (hidrógeno, oxígeno), así como radioisótopos (tritio), carbono disuelto (carbono 14) y gases nobles (helio 3, helio 4 y kriptón 81).
La contaminación de las aguas subterráneas es una cuestión más compleja de resolver porque es extremadamente difícil remediar la contaminación de los acuíferos. Para ayudar a caracterizar las fuentes de los contaminantes y cuantificar las transformaciones y la biodegradación de los contaminantes en los sistemas de acuíferos se emplean trazadores de isótopos estables y radiactivos (nitrógeno 15, carbono 13 y tritio).