La erosión del suelo es una grave amenaza a escala mundial para la sostenibilidad de los ecosistemas agrícolas y la productividad de la tierra. Los radionucleidos procedentes de precipitaciones radiactivas y los isótopos estables se utilizan para determinar la magnitud y las fuentes de la erosión del suelo, que pueden controlarse mediante prácticas eficientes de conservación del suelo.
Control de la erosión del suelo
Actualmente, la degradación del suelo afecta a 1900 millones de hectáreas en todo el mundo, lo que representa aproximadamente el 65 % de los recursos edáficos del planeta. La erosión del suelo, responsable del 85 % de esa degradación, es el factor que más contribuye a ella. Aproximadamente 1500 millones de personas, es decir, la cuarta parte de la población mundial, dependen directamente de la producción de alimentos de tierras degradadas. Los sistemas agrícolas de todo el mundo pierden al año más de 36 000 millones de toneladas de suelo fértil a causa de la erosión del suelo. El costo económico asociado a la erosión del suelo dentro y fuera de las explotaciones agrícolas se estima en 400 000 millones de dólares de los Estados Unidos al año.
Junto con la FAO, el OIEA ayuda a los Estados Miembros a fortalecer sus capacidades en el uso de técnicas nucleares e isotópicas con el fin de mejorar las prácticas de gestión de la erosión del suelo que apoyan la producción de cultivos y la preservación de los recursos naturales.
La pérdida de la capa cultivable amenaza la seguridad alimentaria
La agricultura intensiva y la deforestación son importantes causas de la degradación de la tierra, que lleva aparejada la erosión del suelo y deja grandes zonas expuestas a la pérdida de la capa cultivable fértil. Ello, junto con la pérdida de los nutrientes y de las sustancias químicas asociadas a las masas de agua, constituye una grave amenaza para la producción agrícola sostenible, la protección del medio ambiente y la seguridad alimentaria en muchas regiones del mundo.
La adopción de prácticas de conservación adecuadas, como el cultivo intercalado, el establecimiento de cuencas de retención del agua y la construcción de terrazas, puede reducir la erosión del suelo. Ahora bien, esas medidas no serán efectivas a menos que se definan zonas de riesgo de erosión del suelo. Por lo tanto, es preciso adoptar un enfoque cuantitativo que permita determinar más adecuadamente esas zonas de riesgo a fin de mejorar la gestión de la tierra. Elaborar y perfeccionar los métodos de presupuestación y seguimiento de la sedimentación es importante para definir las zonas en las que la erosión del suelo y la producción de sedimentos es capital.
La contribución de las técnicas nucleares e isotópicas
Los radionucleidos procedentes de precipitaciones radiactivas, como el cesio 137, el plomo 210 y el berilio 7, se utilizan para evaluar la erosión del suelo y los procesos de sedimentación a mediano y corto plazo, y, a menudo, complementan, o incluso sustituyen, técnicas tradicionales y más lentas. Esos radionucleidos se fijan fuertemente a partículas del suelo finas y no son absorbidos por las plantas. Durante los procesos de erosión y deposición, los radionucleidos se mueven adheridos a las partículas del suelo y pueden utilizarse para rastrear la redistribución del suelo en grandes extensiones y durante periodos de tiempo prolongados.
La técnica de los isótopos estables por compuesto, basada en la medición de las firmas de carbono 13 de compuestos orgánicos específicos presentes en el suelo, como los ácidos grasos, se emplea para cuantificar la magnitud de la erosión del suelo y localizar el origen de su degradación. Al vincular las huellas del uso de la tierra a los sedimentos de las zonas de deposición, esta técnica permite determinar el origen de la erosión del suelo y definir las zonas propensas a sufrir degradación.