Sri Lanka es conocido, sobre todo, por su té. Introducido en el país en el siglo XIX, el té de Ceilán es en la actualidad una industria que mueve miles de millones de dólares y genera riqueza y turismo. Sri Lanka tiene previsto ampliar la producción de té y mejorar la calidad de este producto, pero afronta graves desafíos debido al cambio climático y a la creciente competencia en el mercado mundial. Por medio del programa de cooperación técnica del OIEA, científicos de ese país están estudiando actualmente una técnica nuclear que debería permitir superar esos obstáculos mejorando la productividad de la planta del té gracias a un aumento de la diversidad genética.
A la cabeza de esta iniciativa se encuentra Mahasen A.B. Ranatunga, Jefe e Investigador Principal del Instituto de Investigación del Té de la División de Fitomejoramiento de Sri Lanka. Su instituto trabaja constantemente en la búsqueda de formas de desarrollar y cultivar nuevas variedades de té. “Dado que el té no es autóctono de Sri Lanka, no hay gran diversidad genética y, a pesar de nuestra enorme producción de té, solo tenemos siete tipos diferentes en la región. Junto con el OIEA y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esperamos poder utilizar nuevas técnicas nucleares y otras convencionales para aumentar la diversidad del té en la isla”, explica el Sr. Ranatunga. La mejora de la diversidad genética es importante porque los cultivos que son genéticamente diversos ofrecen mayor resistencia a las enfermedades y pueden adaptarse mejor a los cambios en las pautas meteorológicas.