Según la Agencia Internacional de Energía, el consumo de energía a nivel mundial podría experimentar un aumento de hasta el 18 % para 2030 y del 39 % para 2050, lo que incrementará la demanda de distintas fuentes de energía, incluida la energía nucleoeléctrica y, por lo tanto, el uranio.
“A medida que se ponen en marcha nuevos reactores de potencia y otros se retiran, la gestión y el suministro adecuados del uranio pasarán a ser un factor crítico en el abastecimiento energético durante los próximos decenios”, dice Adrienne Hanly, especialista en fuentes de uranio del OIEA. “Se prevé que el combustible de uranio siga siendo una fuente básica y fiable para la generación de energía nucleoeléctrica con bajas emisiones de carbono. La manera en la que utilicemos este combustible dependerá en gran medida del desarrollo de nuevas tecnologías y estrategias para la gestión sostenible de los recursos”.
Incluso en la hipótesis baja del OIEA sobre el futuro de la energía nucleoeléctrica, según la cual el porcentaje de energía nuclear en el mercado energético caería del 11 % actual a apenas el 6 % para 2050, se prevé un aumento del 24 % de la capacidad de generación nucleoeléctrica. Según la hipótesis alta, el uso de la energía nucleoeléctrica se incrementaría 2,8 veces y el porcentaje de la energía nuclear en el mercado energético mundial alcanzaría el 13,7 % para 2050.
Con los avances en las nuevas tecnologías nucleoeléctricas, que en algunos casos requieren menos uranio o utilizan los desechos nucleares actuales como combustible, el aumento en la generación de energía nucleoeléctrica no implica necesariamente un aumento proporcional de la demanda de uranio extraído. Sin embargo, cabe esperar que esa demanda crezca.
¿Cómo satisfacerá la industria este aumento de la demanda? Aunque existen suficientes recursos de uranio accesibles mediante las prácticas mineras actuales para al menos 100 años, se están realizando investigaciones con el fin de identificar distintos métodos para aprovechar los recursos mundiales de uranio.
El uranio debe considerarse un combustible con bajas emisiones de carbono que puede contribuir al logro de muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y los compromisos relativos al clima.