La agricultura es la espina dorsal de la economía ugandesa, no en vano el sector emplea a más del 70 % de la población activa y aporta una cuarta parte del producto interior bruto del país, con un volumen anual de exportaciones que según los cálculos se cifra en 1 800 millones de dólares de los EE.UU. Para ayudar a proteger este sector fundamental, el OIEA y la FAO llevan medio decenio secundando la creación de capacidad institucional en la Oficina Nacional de Normas de Uganda (UNBS) y sus instituciones asociadas mediante la instalación de avanzado instrumental de laboratorio y la capacitación del personal para detectar y vigilar diversos peligros, entre ellos la presencia en los alimentos de residuos de plaguicidas y medicamentos de uso veterinario, de conformidad con los reglamentos nacionales e internacionales en la materia. Este apoyo ha servido también a la UNBS para obtener y mantener la certificación vinculada a la norma ISO/IEC 17025, relativa a la práctica de ensayos y calibraciones. La fiabilidad de las pruebas de laboratorio es además requisito previo, y garantía de competitividad, para la exportación de alimentos a un gran número de países.
“Los laboratorios analíticos, imprescindibles para garantizar la solidez de los sistemas de control de la inocuidad de los alimentos, ayudan a realizar pruebas de cribado y a confirmar la presencia o ausencia de peligros que el consumidor no advertiría y, con ello, a orientar la aplicación de medidas correctivas y buenas prácticas en todos los eslabones de la cadena alimentaria con el fin de proteger la salud del consumidor,” explica James Sasanya, especialista en inocuidad de los alimentos de la División Mixta FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura.
Hoy, gracias a la capacidad de que se ha dotado con apoyo del OIEA y la FAO, la UNBS colabora estrechamente con sus contrapartes de la Dirección del Laboratorio Analítico del Gobierno (DGAL), el Ministerio de Agricultura, Industria Pecuaria y Pesca (MAAIF) y otras instituciones ugandesas en la realización de una labor sistemática e independiente de obtención y análisis de muestras de muy diversos productos animales y vegetales destinados a la comercialización para detectar en ellos eventuales residuos y contaminantes. Estas instituciones ayudan también al país a manejar las emergencias relacionadas con la inocuidad de los alimentos y a darles respuesta y, en el caso concreto de la UNBS, a comprobar la inocuidad y calidad de los alimentos suministrados como parte de operaciones de socorro, en especial los destinados a poblaciones vulnerables o personas expuestas a riesgo en el curso de una emergencia, como la del confinamiento decretado a raíz de la COVID-19.
También los laboratorios de las zonas rurales han recibido apoyo, cosa que ha acercado los servicios analíticos a la población. Buen ejemplo de ello es la utilización de un laboratorio móvil montado en una camioneta para efectuar cribados rápidos de detección de residuos y contaminantes en leche y productos lácteos, seguidos después, llegado el caso, de pruebas de confirmación en instalaciones de laboratorio designadas al efecto.