Una agricultura más productiva y resiliente requiere un cambio importante en la forma en que se gestiona el agua, el suelo, los nutrientes y otros recursos agrícolas. Las técnicas isotópicas pueden rastrear y cuantificar la circulación del carbono, el agua y los nutrientes y sus dinámicas en diversos ecosistemas agrarios para mejorar las prácticas agrícolas inteligentes.
Desarrollo de prácticas agrícolas inteligentes
Los agricultores necesitan ayuda para idear prácticas agrícolas climáticamente inteligentes que puedan adaptarse a los efectos del cambio climático y mitigarlos, y ofrezcan, además, la posibilidad de incrementar la producción de alimentos. Los recursos naturales, como la tierra, el agua, el suelo y los recursos genéticos, deben gestionarse mejor para conseguir una agricultura más productiva y resiliente. Esto debería incluir prácticas como la agricultura de conservación, que puede producir una gran cantidad de beneficios, como reducir la erosión del suelo, mejorar la retención del agua en el suelo y la disponibilidad de nutrientes para los cultivos, aumentar la acumulación de materia orgánica en el terreno, e incrementar la productividad agropecuaria.
Junto con la FAO, el OIEA tiene como objetivo optimizar y fortalecer las capacidades de los Estados Miembros para utilizar técnicas nucleares e isotópicas en favor de unas prácticas agrícolas climáticamente más inteligentes, apoyando, al mismo tiempo, una mayor intensificación de la producción agrícola y la mejora de la preservación de los recursos naturales.
Las prácticas agrícolas climáticamente inteligentes pueden ayudar a reducir de forma sustancial las emisiones de gases de efecto invernadero de origen pecuario. Esas prácticas suelen aportar beneficios a la economía de las explotaciones agropecuarias y al medio ambiente por igual. Por ejemplo, una alimentación equilibrada y de mejor calidad no solo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del intestino y el estiércol, sino que también contribuye a aumentar la productividad y, por consiguiente, los ingresos. Unas mejores prácticas en materia de reproducción y salud animal contribuyen a reducir los gastos indirectos de reproducción (animales destinados a la reproducción que, si bien aún no son productivos, consumen recursos) y las emisiones conexas.
Las pequeñas explotaciones ganaderas dedicadas a la producción de carne y leche generan menos emisiones que las explotaciones especializadas que producen por separado carne de vacuno y productos lácteos. La caracterización genética, el mejoramiento asistido por marcadores y una alimentación mejorada pueden contribuir a mejorar la calidad de la carne y la cantidad de animales productores de leche.
Cómo contribuyen las técnicas nucleares e isotópicas
El nitrógeno 15 y el carbono 13 se utilizan para hacer un seguimiento de la circulación y las dinámicas del carbono, el agua y los nutrientes en los ecosistemas agrícolas, a fin de evaluar los efectos de las medidas de agricultura de conservación adoptadas, determinar la estabilización y renovación de la materia orgánica del suelo y establecer el destino del nitrógeno y el carbono en los residuos de cultivo. También se utilizan para estudiar la degradación de la tierra y la erosión del suelo, de modo que las prácticas pertinentes de conservación y gestión del agua y el suelo puedan orientarse de forma eficaz.
La incorporación en microorganismos del rumen (la primera división del estómago de los rumiantes, como el ganado vacuno) de nitrógeno 14, fósforo 32, fósforo 33 o azufre 35 permite estudiar la absorción y utilización de la proteína microbiana ruminal y determinar cultivos forrajeros mejores. Ello puede contribuir a mejorar la eficiencia alimenticia y la utilización de energía, y, de ese modo, reducir los gases de efecto invernadero. La progesterona marcada con yodo 125 en radioinmunoensayos (método que permite medir cantidades muy pequeñas de una hormona en la sangre) se utiliza para identificar a las hembras preñadas y optimizar los programas de cría de animales.
La elaboración de mapas híbridos de radiación con cobalto 60 ayuda a caracterizar el genoma del ganado, lo que permite definir rasgos genéticos ventajosos, como los responsables de la resistencia a las enfermedades o la capacidad para prosperar en situaciones de estrés climático o nutricional.
Los radionucleidos procedentes de precipitaciones radiactivas, como el cesio 137, el plomo 210 y el berilio 7, se utilizan para determinar la redistribución del suelo a lo largo de distintos períodos de tiempo, desde unos días (Be 7) o unas décadas (Cs 137), hasta alrededor de 100 años (Pb 210), lo que resulta de utilidad para detectar tendencias en la erosión del suelo y en las tasas de sedimentación.