Cuestiones generales relativas a los procedimientos terapéuticos de medicina nuclear

» Panorama general de los tratamientos con radionucleidos no encapsulados

El tratamiento radioisotópico cambia constantemente. Los tratamientos con anticuerpos monoclonales que utilizan 131I para los linfomas no hodgkinianos, o la obtención de imágenes con 111In, seguidas de tratamiento con 90Y son los tratamientos de nueva generación más novedosos. El fundamento del tratamiento radioisotópico es, sencillamente, colocar un radionucleido en contacto estrecho con el tejido blanco. Especialmente si se utilizan radionucleidos que emitan partículas de corto alcance, la dosis de radiación que se absorbe en el blanco es muy alta en comparación con la que recibe el resto de los tejidos. La vía de administración también puede plantear distintos problemas relacionados con la seguridad radiológica. Aunque con mucha frecuencia se administran radionucleidos por vía oral e intravenosa, también hay otras vías de administración que pueden utilizarse, como la inyección directa en una cavidad corporal.

Además, los radionucleidos son cada vez más importantes debido a que se utilizan en los cuidados paliativos y el tratamiento curativo de un número creciente de enfermedades malignas. La mayoría de los radionucleidos que se utilizan en los tratamientos radioisotópicos emiten partículas beta, que tienen poco alcance en la penetración tisular. Algunos pocos emiten electrones Auger y partículas alfa, y varios también emiten radiaciones gamma y rayos X durante su desintegración. El radionucleido metabólico más eficaz para el tratamiento de la tiroides utiliza 131I como nucleido para el tratamiento de enfermedades benignas de hipertiroidismo y el carcinoma de tiroides.

Los emisores beta puros, que tienen un poder de penetración bajo, depositan toda su energía dentro de los pacientes, idealmente en el sitio blanco. Desde el punto de vista de la seguridad radiológica, la radiación queda restringida al interior del paciente y se expone al público a dosis mínimas. En los casos en los que se manipulan emisores beta, como el 89Sr, el 90Y, o el 188Re, la seguridad radiológica consiste, principalmente, en la manipulación segura de los excrementos y los fluidos corporales. Sin embargo, si los radionucleidos también emiten radiación gamma, como el 131I o los rayos X de frenado, también debe tenerse en cuenta la exposición del público a esas emisiones fotónicas.  

El uso clínico del 32P como cuidado paliativo para el dolor secundario a metástasis óseas pone de relieve la función cambiante de los tratamientos radioisotópicos. Si bien se ha demostrado que el 32P es un tratamiento eficaz para las enfermedades mieloproliferativas, resulta problemático el hecho de que induce la aparición de cánceres secundarios, como la leucemia. Por consiguiente, en buena medida el tratamiento se está sustituyendo por la quimioterapia, que parece tener menos efectos secundarios adversos. Por el contrario, los cuidados paliativos para el dolor secundario a metástasis óseas resistente a otros tratamientos actualmente suelen efectuarse con 89Sr, 188Re o 153Sm. Hasta el 70 % de los pacientes experimentan una disminución del dolor, que puede durar varios meses, lo que les permite consumir menos analgésicos potentes.

En el cuadro que figura a continuación pueden consultarse algunos de los radionucleidos que con mayor frecuencia se utilizan para tratamientos y el tipo de radiación principal que emiten.

» Propiedades de algunos de los radionucleidos que se utilizan en tratamientos de medicina nuclear

(Ordenados en orden ascendente en función del número másico)

Radionucleido
 

Período de semidesintegración

Emisión

Eαmax

(MeV)

Eβmax/media

(MeV)

Eγ max.

(keV)

32P14,3 dβ 1,71/0,695 
67Cu2,58 dβγ 0,58185
80mBr     
89Sr50,5 dβ 1,49/0,58 
90Y2,67 dβ 2,28/0,935 
125 I60,0 dAuger   
131 I8,04 dβγ 0,61/0,20364
153Sm1,95 dβγ 0,81/0,225103
165Dy2,33 hβγ 1,29/0,4495
169Er9,5 dβ 0,34 
177Lu6,71dβγ 0,497208
1863,77 dβγ 1,08/0,35137
18819,96hβγ 2,1155
198Au2,7 dβγ 0,96/0,31411
211At7,2 hα6,8  
212Bi1,0 hα7,8  

»¿Qué aspectos deben tenerse en cuenta en el caso de la radiación externa y la contaminación por la excreción de radionucleidos?

En algunos casos los pacientes reciben tratamiento en el hospital y se les permite volver a casa de inmediato, pero en otros casos los pacientes deben permanecer hospitalizados hasta que pase el tiempo suficiente para que, teniendo en cuenta a la familia del paciente y al público en general, sea seguro darles el alta hospitalaria.

Dos aspectos importantes que deben tenerse en cuenta para la seguridad radiológica: la radiación externa y la contaminación por la excreción del radionucleido. Sencillamente, la radiación externa guarda relación con el radionucleido que se haya utilizado, y con su período de semidesintegración y el tipo de emisiones que desprende. Sin embargo, hay una posibilidad de que el entorno del paciente se contamine por medio de la excreción y de que otras personas ingieran el radionucleido. En otros módulos se examinan de forma separada esos dos aspectos para cada uno de los distintos radiofármacos.

Si el paciente muere después de recibir el alta hospitalaria se debe poner especial atención al problema que supone disponer del cadáver de manera segura.

Radiación externa

El paciente que recibió tratamiento también constituye una fuente de radiación. Si el radionucleido que se le aplicó es un emisor beta de baja energía es posible que la radiación ni siquiera pueda detectarse. No obstante, si se administra un emisor gamma de energía media, el entorno del paciente se expondrá a niveles de radiación considerables. En el caso de distancias cortas no puede aplicarse la ley del inverso al cuadrado, ya que a menudo la fuente se distribuye sobre una superficie más amplia, por lo que la distancia que hay entre ella y el paciente no es tan eficaz como la distancia que se deja con una fuente puntual.

Sin embargo, la ley del inverso al cuadrado puede aplicarse si la distancia es mayor a los tres metros. Aunque los familiares y los cuidadores no se expongan a dosis de radiación fotónica considerables, por lo que respecta al riesgo de que en el futuro padezcan cáncer, la exposición debe mantenerse lo más baja que sea razonablemente posible (el principio ALARA), especialmente en el caso de los niños y las mujeres embarazadas.

Excreción

Pueden ocurrirle distintas cosas a los radiofármacos que se aplican:

  • Retención total y permanente dentro del cuerpo. Por lo general, esto ocurre en el caso de las partículas que permanecen atrapadas dentro de un órgano o sistema específico.
  • Captura y retención parcial de partículas, con la posibilidad de que se elimine un radionucleido libre.
  • Captura y retención parcial de compuestos iónicos, con la eliminación del compuesto restante.

Entre las vías de excreción se incluyen:

  • la orina;
  • las heces;
  • la saliva;
  • el sudor; 
  • el líquido lagrimal, y 
  • la leche materna. 

Cada vía de excreción conlleva distintos problemas de seguridad radiológica, y todas pueden producir contaminación. En especial, puede haber grandes diferencias en la velocidad a la que el cuerpo de los pacientes depura los radionucleidos, no solo entre radiofármacos distintos sino también en un mismo radiofármaco. Por lo general, la principal vía de excreción son los riñones, lo que da como resultado una orina con elevadas concentraciones de radionucleidos y la eliminación de estos a través del drenaje. En el cuadro que figura a continuación pueden consultarse algunos datos sobre el tema.

Sin embargo, por lo general, la contaminación cruzada de los pacientes hacia otras personas constituye un peligro menor que el que supone la exposición a radiación externa. Las probabilidades de un aporte significativo por contaminación son muy escasas y conllevan un riesgo de cáncer extraordinariamente bajo.

Proporción de la actividad administrada (hasta la desintegración total) que se elimina por el drenaje en el caso de algunos radiofármacos.

Radionucleido y forma farmacéutica 

Indicación terapéutica % que se elimina por el drenaje
131I (yoduro)       Tiroidopatías benignas 54
131I (yoduro) Cáncer de tiroides 84-90
131I (metayodobencilguanidina) Feocromocitoma 89
32P (fosfato)       Policitemia, etc. 42
89Sr (cloruro) Metástasis óseas 92
90Y (coloide) Articulaciones artríticas 0

»Decisión de hospitalizar o dar de alta a un paciente

Las Normas básicas internacionales de seguridad (NBS) del OIEA y muchas autoridades nacionales fijan límites para los niveles de actividad retenida que deben registrarse para que los pacientes puedan recibir el alta hospitalaria. En teoría, esos límites se basan en cálculos de la exposición para los niveles de radiación que recibe cualquier miembro del público que permanece por debajo de determinada dosis efectiva. Los valores son 1 mSv (el límite de dosis para un miembro de la población), o 5 mSv, sobre la base de que, con arreglo a las recomendaciones de la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) y de las NBS, los cuidadores pueden recibir dosis de radiación que superen el límite para el público. Todas las restricciones que se impongan deben basarse en el grupo radiosensible que conforman los lactantes y los niños. En las NBS vigentes se indica que 1100 MBq es el nivel orientativo de 131I que los pacientes pueden excretar (independientemente del tipo de tratamiento). Otros organismos, como los órganos nacionales de Australia, Suecia y los Estados Unidos de América, cuentan con sus propias directrices. En la mayor parte del resto de orientaciones solo figuran recomendaciones concretas respecto del 131I. En la actualidad, las NBS se encuentran en proceso de revisión.

Sin embargo, hay variaciones considerables en los límites para otorgar el alta hospitalaria, y únicamente se fijan sobre la base de la actividad retenida, sin tomar en cuenta otros factores, como la radiación que absorben los propios pacientes. Por lo general los supuestos que se utilizan para fijar esos límites sobrestiman la dosis de radiación que pueden recibir los cuidadores y el público. La ICRP recomienda tomar la decisión del alta hospitalaria caso por caso y tener en cuenta la frecuencia de contacto del paciente con otras personas, la edad de los pacientes y la de las personas que se encuentran en su entorno domiciliario, los deseos de los pacientes y otras cuestiones de orden social y de infraestructura en el plano local. También deben tomarse en cuenta los costos de la hospitalización y la exposición del personal del hospital a la radiación.

El cálculo de la exposición procedente de la radiación externa se basa no solo en la depuración del fármaco del cuerpo, sino también en la distancia de la fuente y el tiempo de exposición a la radiación. En el caso del cónyuge y los demás integrantes de la familia, pueden diseñarse perfiles para caracterizar el tiempo que pasan a determinada distancia del paciente que, posteriormente, pueden utilizarse para calcular las dosis de radiación acumuladas. Es posible que el riesgo se sobreestime considerablemente incluso si se utilizan esos métodos. Si los pacientes y los cuidadores adoptan precauciones de protección radiológica sencillas, como las que figuran más adelante en estas orientaciones, las dosis efectivas casi nunca se aproximarán al nivel de 5 mSv, y mucho menos lo sobrepasarán.

La experiencia muestra que por lo general la exposición ocupacional para el personal que se produce como resultado de que los pacientes permanezcan hospitalizados después del tratamiento es muy baja o insignificante. La principal ventaja de que el paciente permanezca ingresado es mantener su entorno bajo control. Por consiguiente, la decisión de dar el alta hospitalaria depende del riesgo que la pérdida de ese control supone para los demás, y de hacer un balance entre ese riesgo y las ventajas que el alta supondría para el paciente y su familia. En las NBS (párr. II-9) se establece que “(…) la dosis de estas personas auxiliadoras o visitantes de pacientes deberá restringirse de modo que sea improbable que reciban más de 5 mSv durante el período abarcado por el examen diagnóstico o el tratamiento de cada paciente. Análogamente, la dosis a los niños que visiten a pacientes que hayan ingerido substancias radiactivas debería restringirse a menos de 1 mSv”.

 

Estados Unidos

de América (USNRC)

Suecia

Australia

(ARPANSA)

Fundamento (adultos) 5 mSv 3 mSv 25 μGy/hr a 3 m
Radionucleido      
131I 5 mSv (adultos) 600 MBq 600 MBq
111In 5 mSv (adultos)   400 MBq
32P 5 mSv (adultos) 1200 MBq 1200 MBq
153Sm 5 mSv (adultos)   4000 MBq
89Sr 5 mSv (adultos)   300 MBq
90Y 5 mSv (adultos) 1200 MBq 4000 MBq

Otros criterios para dar el alta hospitalaria en el caso de tratamientos con 131I

País u organización Límite de excreción de 131I (MBq)
NBS 1100 (nivel orientativo)
Asociación Europea de Tiroides 800
Japón 500 o <30 μSv/h a 1 m
Alemania 250 (sobre la base de 3,5 μSv/h a 2 m)
Otros Estados Miembros de la UE 95-800, por lo general 400-600

Cuestiones que deben tenerse en cuenta para dar el alta hospitalaria a los pacientes que reciben tratamiento

Cuestión Hospitalization Tras recibir el alta
Entorno Bajo control Con menor control
Dosis ocupacionales Presentes Reducidas
Posibilidad de exponer al público Menor Presente
Método de eliminación de desechos Drenaje o almacenamiento Drenaje
Exposición de la población a los desechos Idéntica, salvo que los desechos se almacenen Idéntica
Costos monetarios Considerablemente mayores Reducidos
Repercusiones sobre la psique Considerables Reducidas
Muerte del paciente Exposición del personal funerario
Posibles limitaciones para cremar el cadáver
Idéntica

»¿Cómo debe aplicarse el principio de optimización en el ámbito del tratamiento radioisotópico?

La optimización de los procedimientos terapéuticos en los que se utilizan radionucleidos es un tanto distinta de la que se aplica para los procedimientos diagnósticos de medicina nuclear. En estos últimos, el objetivo de la optimización es lograr un equilibrio entre la actividad administrada y la calidad de imagen que se requiere para hacer un diagnóstico correcto.

Debe aplicarse una dosis de radiación lo más baja que sea razonablemente posible (el principio ALARA), sin menoscabar la obtención de imágenes de buena calidad. En el caso de los tratamientos, la optimización implica la prescripción de una dosis de radiación exacta y precisa que se administre sobre el tejido u órgano objeto del tratamiento con el fin de lograr el efecto biológico deseado. Por consiguiente, optimizar significa planificar y calcular cada dosis sobre la base de mediciones de la absorción y el volumen del órgano objeto de tratamiento y la correcta determinación de la cantidad de actividad que debe administrarse. En el caso del tratamiento de las tiroidopatías, con frecuencia las dosis no se planifican de manera independiente.

Por lo general, se hacen ablaciones tiroideas sin realizar una medición dosimétrica precisa o exacta; sencillamente, se garantiza la administración de una dosis terapéutica mínima. A diferencia de la radioterapia externa, queda mucho por hacer para que en el tratamiento radioisotópico se utilicen mediciones dosimétricas para cada paciente.

»¿Puede recetarse tratamiento radioisotópico a una mujer embarazada?

Por regla general, tratar a mujeres embarazadas con sustancias radiactivas es una decisión médica que debe tomarse sobre la base de un análisis de los efectos de la radiación y otros factores. En algunos casos el procedimiento puede diferirse, o podría ocurrir que sea posible sustituirlo por otro tipo de tratamiento o que el tratamiento radioisotópico sea indispensable para salvar la vida de la paciente. Por consiguiente, es fundamental calcular las dosis de radiación que podrían absorberse y el riesgo para el feto, y facilitar esos análisis al médico remitente y a la paciente, si así lo solicita.

»¿Qué principios deben aplicarse al decidir el tiempo que los pacientes deben permanecer hospitalizados después de la administración de tratamiento radioisotópico?

En el Nº 63 de la Colección de Informes de Seguridad del OIEA se recomienda tomar una decisión caso por caso y tener en cuenta la frecuencia de contacto del paciente con otras personas, la edad de los pacientes y la de las personas que se encuentran en su entorno domiciliario, los deseos de los pacientes y otras cuestiones de orden social y de infraestructura en el plano local. También deben tomarse en cuenta los costos de la hospitalización y la exposición del personal del hospital a la radiación.

En la publicación Nº 94 de la ICPR se recomienda considerar que los niños pequeños, los lactantes y los visitantes que no presten atención a los pacientes de manera directa se traten como miembros del público en lo que respecta a la protección radiológica (es decir, deben someterse al límite de dosis para el público de 1 mSv/año). En cuanto a las personas que reconfortan y cuidan a los pacientes de manera directa, siempre y cuando no sean niños pequeños ni lactantes, es razonable que se observe un límite de dosis máximo de 5 mSv por ocasión (es decir, por la duración de una determinada alta hospitalaria después de un tratamiento). Las restricciones de dosis deben aplicarse de manera flexible. Por ejemplo, podría resultar pertinente que los padres de niños gravemente enfermos se expongan a dosis de radiación más altas.

En el caso del cónyuge y los demás integrantes de la familia, pueden diseñarse perfiles para caracterizar el tiempo que pasan a determinada distancia del paciente, y, posteriormente, pueden utilizarse para calcular las dosis de radiación acumuladas. Por consiguiente, si los pacientes y los cuidadores adoptan precauciones de protección radiológica sencillas, por ejemplo, el uso de dosímetros personales, las dosis de radiación casi nunca se aproximarán a los límites. Sírvase consultar el apartado correspondiente a la decisión de dar el alta hospitalaria a los pacientes.

La decisión debe tomarse de consuno con un físico médico o un oficial de protección radiológica.

»¿Qué se exige en los distintos países para dar el alta hospitalaria a los pacientes?

Los criterios para dar el alta hospitalaria a los pacientes no son uniformes entre los países. Algunos se basan en niveles de radiactividad fijos, en otros se utiliza la tasa de dosis de radiación procedente del paciente, y en otros se calcula la dosis que recibirán los familiares cuando el paciente regrese a su casa. Sírvase consultar el apartado correspondiente a la decisión de dar el alta hospitalaria a los pacientes. En las otras orientaciones solo figuran en su mayoría recomendaciones concretas respecto del 131I.

» ¿Cuáles son los riesgos radiológicos para el público?

Por medio de las vías que figuran a continuación, el público podría exponerse a la radiación procedente de los pacientes que han recibido tratamiento radioisotópico:

  • la radiación externa emitida por los pacientes, en caso de que haya contacto estrecho (por ejemplo, en el transporte público);
  • la contaminación interna proveniente del intercambio de fluidos corporales radiactivos;
  • la exposición a través de vías ambientales, como el drenaje, la eliminación de excretas en las vías navegables o la cremación de cadáveres. 

En el caso del público, el límite de dosis normal que debe observarse es de 1 mSv por año. Por lo general, el público se expone a la radiación procedente de tratamientos radioisotópicos como resultado de la exposición externa, y la contaminación interna y la exposición ambiental contribuyen muy poco o casi nada a la exposición. Generalmente, la información necesaria acerca de la eliminación de radionucleidos y tratamientos concretos puede consultarse en directrices específicas.

» Si un paciente tiene que utilizar transporte público con frecuencia, ¿qué precauciones debe observar?

Los pacientes que han recibido tratamiento radioisotópico casi nunca constituyen un peligro si la duración de los viajes en los que permanecen sentados al lado de otras personas no supera unas pocas horas, a excepción de que hayan recibido un tratamiento con 131I y una dosis mayor a 1000 MBq. Por ejemplo, puede pensarse en el caso de un paciente que recibió tratamiento con 600 MBq de 131I para tratar un hipertiroidismo. Si durante la primera semana después del tratamiento hace viajes diarios de una hora en el transporte público y durante la segunda semana acumula nueve horas al día sentado junto a la misma persona, emitirá una dosis efectiva de menos de 1 mSv-1.

En el caso de los miembros de la familia, se recomienda que no viajen en transporte público sentados al lado del paciente que recibió tratamiento contra el hipertiroidismo durante más de siete horas al día la primera semana y veinticuatro horas al día la segunda, con el fin de limitar la dosis efectiva de radiación a 5 mSv por ocasión. En otras palabras, por lo general no es necesario imponer restricciones a los viajes.

»¿La radiactividad que emana del paciente puede dañar el medio ambiente?

El yodo radiactivo (131I) es el radionucleido que con mayor frecuencia se vierte al medio ambiente después de un tratamiento radioisotópico. Dado su período de semidesintegración de ocho días, es posible detectar pequeñas cantidades de 131I en el ambiente general después de su utilización con fines médicos. Sin embargo, debido a que en las instalaciones suelen utilizarse presentaciones muy diluidas del radiofármaco, a que se dispersa al mezclarse con los desechos ordinarios que se eliminan y a que es necesario que transcurra un tiempo prolongado para que la actividad regrese al ecosistema, es posible que el impacto ambiental sea mínimo y por lo general ni siquiera puede detectarse.

En algunos países los hospitales tienen la obligación de almacenar durante un breve período los desechos (por lo general, únicamente la orina) que contengan radionucleidos procedentes de los pacientes hospitalizados a los que se les aplicó tratamiento hasta que la actividad haya alcanzado determinado nivel, pero la ICRP no establece ninguna disposición concreta al respecto.

Por lo que respecta a los radionucleidos que se utilizan en los cuidados paliativos del dolor óseo, en esas directrices se recomienda que, cuando el tratamiento se administre a un paciente ambulatorio, el paciente orine por lo menos en una ocasión antes de salir del hospital. En los países en los que el sistema social y la infraestructura aumenten la probabilidad de que los pacientes que reciban el alta hospitalaria ocasionen exposiciones más elevadas a la radiación, puede ser necesario que permanezcan en hospitalización (en caso de que hayan acudido para recibir tratamiento ambulatorio) o que se prolongue el tiempo usual de hospitalización.

»¿Hay algún riesgo para los pacientes que se someten a hemodiálisis con regularidad?

Se han notificado casos en los que los aparatos de diálisis se han contaminado de manera considerable. En los casos en los que el 131I pudiera haber contaminado levemente artículos desechables, como los catéteres o las bolsas para residuos, simplemente puede optarse por almacenarlos en un lugar blindado y seguro para que transcurran unos cuantos períodos de semidesintegración y la actividad decaiga. En todos los demás casos no es necesario observar ninguna precaución complementaria para los pacientes que se sometan a hemodiálisis.

»¿Cómo deben eliminarse los desechos radiactivos de los pacientes? ¿Suponen un riesgo?

El principal motivo de preocupación son los excrementos radiactivos (la orina y las heces). En las directrices relativas a la eliminación de desechos procedentes de tratamientos concretos se recomienda que los niveles de radiactividad que se eliminan sean lo suficientemente bajos como para que no se rebasen los límites de dosis de radiación para el público. Además, la ICRP no recomienda que se almacene la orina de los pacientes que reciben tratamiento, ya que se trata de un procedimiento que aporta beneficios mínimos y que incluso puede dar lugar a que aumente la exposición debido a la manipulación adicional e innecesaria de la orina. Asimismo, en la edición número 63 de la Colección de Informes de Seguridad del OIEA se formula la misma recomendación. Resulta más seguro y sencillo simplemente verter la orina al drenaje. El blindaje intrínseco del alcantarillado, la dilución y el decaimiento definitivo del radionucleido reducirán la actividad a niveles mínimos.

Otros residuos, como los vendajes, por lo general se desechan en vertederos o se incineran. Nuevamente, de conformidad con las directrices relativas a la eliminación de desechos procedentes de tratamientos concretos, toda la actividad que se deseche será extraordinariamente baja e insignificante.

Los residuos sólidos derivados de la hospitalización del paciente constituyen un problema distinto y, por lo general, se incineran a altas temperaturas junto con otros residuos biológicos (lo que no representa un problema de contaminación). Los residuos también pueden almacenarse durante un tiempo con el fin de que la semidesintegración haga que la actividad decaiga hasta un nivel aceptable. El problema puede gestionarse gracias a los períodos de semidesintegración relativamente cortos de los radionucleidos que se utilizan con fines terapéuticos.

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