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En busca de una solución para los desechos radiactivos en la Argentina

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(Vídeo: M. Klingenboeck/OIEA)

Buenos Aires y Bariloche (Argentina) — Con sus auriculares amarillos que la aíslan del ruido, Diana Lago observa las piezas de metal que recorren a toda velocidad el interior de un cilindro de vidrio. Esos fragmentos son solo modelos de fuentes radiactivas, que Lago y sus colegas ingenieros someten a pruebas a fin de determinar el método más adecuado para tratar los desechos nucleares en la Argentina.

En los últimos decenios, se han realizado avances importantes en el mundo en el tratamiento de los desechos radiactivos. Con ayuda del OIEA, una generación joven de científicos argentinos está adaptando los métodos existentes para tratar de manera segura este tipo de desechos.

Por medio de su programa de cooperación técnica, el OIEA apoya al país con equipo de alta calidad, cursos de capacitación y becas.

La Argentina genera 200 m³ de desechos radiactivos de actividad baja y media por año, frente a 10 millones de m³ de desechos sólidos urbanos. En su mayoría, esos desechos radiactivos proceden de tres centrales nucleares, que suministran electricidad al 10 % de la población. Los desechos comprenden también fuentes radiactivas en desuso procedentes del sector sanitario, la industria y la investigación.

“Antes de proceder a su disposición final, hay que convertir los residuos radiactivos en algo que durante cientos o incluso miles de años no emita nada de radiactividad a la biosfera y, a la vez, reducir su volumen en la medida de lo posible”, dice Lago, científica nuclear del Centro Atómico Bariloche, adscrito a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de la Argentina.

(Infografía: F. Nassif/OIEA)

Para cada corriente de desechos hay diferentes técnicas de tratamiento. La clave está en encontrar las adecuadas para la Argentina, explica Lago. “Necesitamos hacernos una idea clara de las soluciones tecnológicas disponibles y seleccionar las que sean idóneas para nuestro volumen de desechos y nuestros niveles de radiactividad.”

Vidrio, roca, calor

De entre las muchas técnicas innovadoras y seguras que existen para inmovilizar radionucleidos en volúmenes bajos de desechos, los científicos de la Argentina están estudiando diversos métodos, dice Elvira Maset, Gerente del Programa Nacional de Gestión de Residuos Radiactivos de la CNEA. Entre ellos figuran la pirólisis, o descomposición térmica, y la incineración por plasma o por vitrificación.

La descomposición térmica, o gasificación de los desechos, es una tecnología nueva en la Argentina en la que se utiliza gas ionizado. “Calentamos los desechos en un horno especial con gas ionizado para entender cómo tratar las fuentes y reducir su volumen”, afirma Franco Benedetto, investigador del Centro Atómico Bariloche, que recibió capacitación en Rusia y en Sudáfrica gracias a distintas becas del OIEA.

Otro método que están examinando es la vitrificación, que consiste en calentar las fuentes a temperaturas muy altas, hasta que sus elementos se disocian y es posible fabricar con ellos un tipo de vidrio sumamente resistente. El resultado es un tipo de desecho sólido e insoluble que se mantendrá estable por muchos miles de años.

Formar a los jóvenes

Uno de los resultados indirectos del apoyo del OIEA es que está beneficiando a una generación de ingenieros jóvenes, algo de lo que la industria nuclear anda necesitada. Las instituciones con las que trabaja el OIEA por conducto de la CNEA —el Centro Atómico Bariloche, el Centro Atómico Constituyentes y el Centro Atómico Ezeiza— permiten interactuar con universidades de toda la Argentina.

“La vieja guardia se está jubilando”, dice Vittorio Luca, científico de la CNEA que trabaja en el Centro Atómico Constituyentes. “Y los jóvenes están ahí para reemplazarlos.”

Los científicos jóvenes consideran que la función del OIEA en el intercambio de información es fundamental. “No se trata solo de una formación teórica”, dice Rodrigo Curi, científico del Centro Atómico Constituyentes que estudió en la Universidad de Sheffield, del Reino Unido, gracias a una beca del OIEA. “Se está dando acceso a instalaciones, infraestructura y métodos de trabajo de alto nivel en países más avanzados – y eso lo cambia todo.”

Para los especialistas en este campo, seleccionar el mejor método de tratamiento entre los muchos que existen es clave para la disposición final de los desechos.

“Nuestros resultados son importantes para la Argentina porque permitirán a nuestras autoridades utilizar esos métodos de tratamiento de desechos cuando el país lo necesite”, dice Curi. “En última instancia, estamos ayudando a proteger a las generaciones futuras.”

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