A lo largo de la historia, las personas han tenido que luchar contra las plagas de insectos para reducir las enfermedades, perder la menor cantidad posible de alimentos, proteger el comercio agrícola o, simplemente, evitar la molestia de las picaduras, mordeduras y zumbidos de los bichos. El control de las plagas de insectos por lo general se hace localmente en campos o propiedades individuales. Estos esfuerzos no coordinados suelen resultar ineficaces ya que eliminan solamente una parte de la población de la plaga en cuestión. La plaga sin tratar de las zonas cercanas queda indemne y puede reintroducirse en las zonas tratadas, los daños prosiguen y las personas tienen pocas opciones excepto volver a aplicar medidas de control una y otra vez para proteger sus modos de vida. La gestión integrada zonal brinda un método más sostenible y eficaz en función del costo, al estar dirigida proactivamente a poblaciones enteras de una plaga. De este modo, las poblaciones de una plaga se pueden mantener a niveles bajos durante períodos más largos y se pueden incorporar métodos de gestión de plagas que dependan menos de plaguicidas y aborden mejor las cuestiones ecológicas y ambientales.