Los científicos han estado pregonando los posibles beneficios de la energía de fusión desde la década de 1920, pero hasta hace bien poco la fusión comercial seguía siendo un sueño lejano. Para entender mejor por qué, tras decenios de investigación, la fusión sigue sin ser parte de la canasta energía mundial, y por qué eso va a cambiar, hablamos con Melanie Windridge, Directora en el Reino Unido de Fusion Industry Association, Consultora de Comunicaciones en Tokamak Energy y fundadora de Fusion Energy Insights.
P: Hay un viejo chiste que dice que “la fusión nuclear es la tecnología que siempre está a tan solo 30 años”, ¿es eso cierto?
R: Es verdad que es un chiste clásico sobre la fusión, pero es un poco triste porque, en realidad, sí que se está avanzando. Actualmente están confluyendo ciertos factores que permiten avanzar en la fusión. En primer lugar, la ciencia ha madurado; actualmente entendemos bien la física del plasma y gracias a conceptos como los tokamaks se han podido generar reacciones de fusión. A eso hay que sumar las nuevas tecnologías, como la computación de alto rendimiento, que permiten mejorar las simulaciones y la modelización del plasma; la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, con los que se pueden optimizar y controlar las operaciones; y los superconductores de alta temperatura, que pueden producir campos magnéticos mucho más fuertes para confinar mejor los combustibles de fusión. Los láseres de hoy día, mucho más potentes y eficientes, podrían impulsar la fusión por confinamiento inercial y los avances en la fabricación podrían ayudar a reducir los costos de los experimentos y de las futuras centrales eléctricas.