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Salvar a los cerdos de la plaga que los azota: la peste porcina africana

Protección por medio de la detección

Puja Daya

La peste porcina africana, una enfermedad animal transfronteriza, se ha cobrado la vida de millones de cerdos domésticos y salvajes. (Fotografía: L. Martínez/OIEA)

Puede que para muchos el año 2018 evoque recuerdos de los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Corea del Sur o de la boda real británica entre el príncipe Enrique y Meghan Markle. Ahora bien, para los ganaderos porcinos de China ese año estuvo marcado por un solo acontecimiento: la llegada de la peste porcina africana. La enfermedad —antaño endémica solo en África Subsahariana— irrumpió entonces en las granjas porcinas chinas y provocó la muerte o el sacrificio de más de una cuarta parte de la población mundial de cerdos domésticos. Un año después de su aparición, la peste porcina africana había supuesto para China un costo directo estimado de más de 1 billón de yuanes (141 000 millones de dólares de los Estados Unidos), según el decano del Colegio de Ciencias y Tecnologías Pecuarias de la Universidad Agrícola de China en Beijing, y había provocado que los precios del cerdo en dicho país aumentaran en un 85 %.

China, la segunda mayor economía del mundo, ha logrado capear el brote actual de peste porcina africana, pero no todos los países lo consiguen. El OIEA, en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), trabaja estrechamente con China, así como con Camboya, Indonesia, Malasia, Mongolia, Myanmar, Tailandia y Viet Nam en Asia, y con Burkina Faso, Malí, Namibia, Nigeria y el Senegal en África, en el uso de técnicas nucleares para crear mecanismos de detección temprana de la peste porcina africana y controlar también su propagación, salvando, por un lado, a los cerdos y, por otro, los medios de subsistencia de los ganaderos.

“Si logramos limitar el contagio de esta enfermedad, podemos entonces limitar el número de cerdos enfermos que hay que sacrificar, lo cual deteriora enormemente la economía de países que dependen en gran medida de la producción y el comercio pecuarios”, declara Charles Euloge Lamien, Oficial Técnico de Salud Animal del Centro Conjunto FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura. El Sr. Lamien lleva 15 años capacitando a expertos para que tomen muestras y detecten con precisión la peste porcina africana en sus países.

El cerdo es un ingrediente fundamental de la cocina tradicional china y el aumento en el precio de esta carne ha llevado a algunos consumidores a buscar alternativas más baratas en los animales salvajes. Los mercados de comida al aire libre, donde estos se venden, podrían ser el lugar en el que enfermedades animales desconocidas se transmiten de animales a seres humanos. “Controlar la peste porcina africana reduciría también el número de consumidores que se alimentan de animales salvajes, que son caldo de cultivo de enfermedades zoonóticas”, declara el Sr. Lamien.

La peste porcina africana es una enfermedad causada por el virus homónimo. Surgió primero en cerdos salvajes y, desde entonces, se ha transmitido a los domésticos. Otras fuentes secundarias de transmisión son las garrapatas, los productos cárnicos contaminados y los productos de animales sacrificados. Si bien la peste porcina africana no es una enfermedad zoonótica, aproximadamente el 70 % de las enfermedades infecciosas sí lo son, por lo que impedir la propagación de posibles zoonosis es una prioridad aún mayor (en la página 30 encontrará más información sobre el enfoque “Una salud”).

La detección temprana reduce los daños

Dado que no hay vacuna ni tratamiento contra la peste porcina africana, la detección temprana es primordial para controlar la enfermedad. “Dotar a los laboratorios de los medios para que puedan detectar la peste porcina africana lo antes posible es la vía más eficiente para adoptar medidas adecuadas destinadas a contener el virus antes de que se siga propagando dentro de un país o incluso a nuevos países”, apunta el Sr. Lamien. Gracias a las técnicas nucleares, los científicos pueden detectar y rastrear el origen del virus y determinar cómo se transmite.

El Laboratorio de Producción Pecuaria y Salud Animal FAO/OIEA viene trabajando desde 2012 en cuestiones relacionadas con la peste porcina africana, desarrollando los llamados métodos de vigilancia sindrómica —la recopilación, el análisis y la interpretación de datos para proporcionar un sistema de alerta temprana de la enfermedad— y caracterizando el virus presente en distintos países. Actualmente, hay 24 variantes conocidas de peste porcina africana. Comprender sus distintas características permite a los expertos determinar el vínculo entre los brotes de peste porcina africana, si se han detectado anteriormente en algún país y dónde podrían haberse originado.

En 2019 el OIEA, junto con la FAO, colaboró en un estudio que se llevó a cabo en distintos países asiáticos en situación de riesgo, como Camboya, Laos, Mongolia, Tailandia y Viet Nam, a fin de detectar el virus con la antelación necesaria para reducir las posibilidades de que se desarrollaran nuevas cepas y proteger las industrias porcinas de esos países. El Sr. Lamien espera ayudar a otros países de la misma manera y apoya los esfuerzos que estos realizan para caracterizar la peste porcina africana a partir de brotes recientes.

La Red de Laboratorios de Diagnóstico Veterinario (VETLAB) FAO/OIEA, que comprende laboratorios de países de África y Asia, apoya esta labor compartiendo experiencias y metodologías relacionadas con el uso de técnicas de base nuclear para rastrear y vigilar la peste porcina africana. Se utilizan técnicas como el ensayo de inmunoadsorción enzimática, la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), la PCR en tiempo real (véase la infografía) y la secuenciación molecular.

La detección temprana de cerdos infectados por la peste porcina africana permite a los científicos separarlos de los no infectados e impedir así que la enfermedad traspase fronteras. Eso fue lo que se hizo en Indonesia en 2020.

“Una vez investigada y confirmada la enfermedad, los gobiernos locales pudieron prohibir el movimiento de los cerdos afectados, los productos porcinos y el material contaminado”, señala Ni Luh Putu Indi Dharmayanti, Directora del Centro de Investigación de Ciencias Veterinarias de Indonesia.

Cuando se descubre un nuevo tipo de virus, los expertos pueden analizar su genoma para estimar la gravedad de la enfermedad. Por ejemplo, en 1961 se descubrió en Portugal el genotipo I de la peste porcina africana, que se propagó por Europa. En 2007, la peste porcina africana reapareció en Europa con el genotipo II. La experiencia ha demostrado que las zonas donde la enfermedad es endémica pueden volver a infectarse con nuevas cepas del virus. Los genotipos I y II son las variantes más comunes detectadas fuera de África. Las técnicas nucleares permiten detectarlas rápidamente y ayudar a detener tanto la transmisión de la enfermedad como el desarrollo de nuevas variantes.

 

09/2021
Vol. 62-3

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