El Sr. Ramírez, glaciólogo de la Universidad Mayor de San Andrés, en Bolivia, recibió capacitación sobre el uso de datos obtenidos mediante sondas de neutrones de rayos cósmicos en el marco del programa de cooperación técnica (CT) del OIEA, que desde hace diez años ofrece proyectos destinados a crear capacidad en los países para evaluar los efectos del cambio climático en las regiones glaciares y polares utilizando técnicas nucleares. “Viajar a Nepal me dio la oportunidad de compartir mis conocimientos especializados con científicos de otras regiones —dice el Sr. Ramírez—. La sonda de neutrones de rayos cósmicos ayudará a los científicos a comprender mejor cómo el glaciar está cambiando con el tiempo, así como los posibles efectos de estos cambios en el suelo y los recursos hídricos”.
La desaparición de la nieve y el hielo tiene graves consecuencias en Nepal. Millones de personas dependen del agua procedente del deshielo de glaciares o del derretimiento de la nieve. Cuando estas fuentes de agua se secan, pueblos enteros quedan abandonados. A medida que desaparecen los glaciares, también se corre el riesgo de que el suelo se vuelva inestable, lo que genera erosión y deslizamientos gravitatorios y hace inviable la agricultura.
Antes de viajar a Nepal, el Sr. Ramírez, en colaboración con el OIEA, ayudó a instalar la sonda de neutrones de rayos cósmicos más alta del mundo para medir la acumulación de nieve y su equivalente en agua en la cima de la montaña Huayna Potosí de Bolivia, a 4500 metros sobre el nivel del mar, donde las comunidades también sufren escasez de agua debido a la pérdida de los glaciares. En la misma cuenca hidrográfica, otra sonda de neutrones de rayos cósmicos se utiliza para monitorizar la humedad del suelo en humedales a gran altitud. Estas cuencas son depósitos de carbono esenciales que cumplen una función clave en la protección de los suministros regionales de agua y, por lo tanto, son especialmente vulnerables al cambio climático.
Como parte de sus actividades en regiones montañosas y polares como la Antártida y el Ártico, los expertos del OIEA también han impartido capacitación a científicos locales en el uso del análisis isotópico y métodos complementarios para reconstruir la manera en que los cambios históricos del clima han afectado a estas regiones durante milenios. Las “marcas” químicas e isotópicas pueden revelar la forma en que el deshielo de los glaciares ha afectado al movimiento y la calidad del suelo y así permitir a los países prepararse para el futuro.
“Tenemos que entender los factores que impulsan el cambio climático y sus efectos en el suelo y los recursos hídricos a través de un examen de las tendencias históricas —señala Gerd Dercon, Jefe de la Sección de Gestión de Suelos y Aguas y Nutrición de los Cultivos del Centro Conjunto FAO/OIEA—. ¿Provocará el cambio climático bucles de retroalimentación que aceleren el calentamiento global, por ejemplo, mediante la reducción de la reflectividad de la superficie debida a la disminución de la capa de nieve y hielo? Estudiando el pasado podemos comprender mejor el futuro”.
El OIEA está llevando a cabo una serie de proyectos relacionados con el cambio climático en regiones polares y montañosas y, hasta el momento, ha impartido capacitación a científicos de 14 países. Un grupo formado por estos científicos y expertos del OIEA ha participado en 15 expediciones científicas por todo el mundo. Estas oportunidades de capacitación y expediciones —en lugares que van desde la isla Rey Jorge-25 de Mayo en la Antártida hasta el archipiélago noruego de Svalbard en el Ártico y desde los Andes hasta la meseta tibetana oriental— son ejemplos notables de cooperación Sur-Sur y triangular en acción: un mecanismo de ejecución clave para el programa de CT.
Un resultado importante de estas expediciones ha sido el establecimiento de una red internacional de vigilancia, que cuenta con una plataforma de aprendizaje electrónico gestionada por el OIEA que ofrece actividades de enseñanza y capacitación en materia de almacenamiento, intercambio y visualización de datos. Gracias a esta red se han descubierto procesos hasta ahora desconocidos en la redistribución del carbono orgánico del suelo y los sedimentos y se ha obtenido información sobre los efectos del cambio climático en las zonas del planeta cubiertas de hielo (la denominada “criosfera”).
Casi dos mil millones de personas —una cuarta parte de la población mundial— viven en zonas donde se obtiene agua a partir de los glaciares y el deshielo estacional. El cambio climático ya está afectando a la seguridad hídrica y alimentaria, pues constituye una amenaza potencial para algunos de los ecosistemas más frágiles del mundo, lo que subraya la importancia de disponer de datos exactos y en tiempo real para ayudar al mundo a adaptarse a la vida en un planeta en proceso de calentamiento.