Enfermedades infantiles

La utilización del diagnóstico por imagen para detectar enfermedades en niños requiere extremar las medidas de seguridad y el cuidado. Las dosis de radiación deben mantenerse lo más bajas posible y los exámenes han de estar totalmente justificados de modo que sus beneficios superen con creces cualquier posible riesgo.

El tratamiento que se debe dispensar a un niño enfermo y a un adulto enfermo es diferente. No se puede considerar que un niño es simplemente un adulto en miniatura. El tratamiento de los niños mediante técnicas de medicina nuclear requiere la adopción de un enfoque adaptado. Los médicos y los técnicos especialistas deben desplegar una amplia gama de capacidades y aptitudes para tratar eficazmente a los niños enfermos, en particular al utilizar radionucleidos con fines de diagnóstico y tratamiento. Por la naturaleza misma de los radionucleidos, su uso requiere ser conscientes de cuestiones relacionadas con la seguridad radiológica y competencia técnica para garantizar el control de la calidad.

El OIEA proporciona distintas oportunidades ampliadas de aprendizaje y capacitación en materia de medicina nuclear pediátrica, incluida la gestión clínica multidisciplinaria; una dosimetría adecuada; la sedación y la inmovilización de los pacientes durante los procedimientos médicos; la ampliación de imágenes; la gestión de los desechos radiactivos, y la protección de los familiares contra a la radiación. Los principios que se imparten en estos cursos son de gran utilidad en la detección temprana o en el diagnóstico rápido de enfermedades como el cáncer infantil y de malformaciones congénitas y relacionadas con el desarrollo que aparecen durante la lactancia y la infancia.

Diagnóstico y tratamiento de enfermedades en niños

En la mayoría de países, las aplicaciones de la medicina nuclear con fines terapéuticos y de diagnóstico son hoy tecnologías consolidadas. Los hospitales y los centros médicos equipados con instalaciones de medicina nuclear utilizan habitualmente técnicas de radionucleidos, tanto en pacientes adultos como en niños. Dado el elevado volumen de casos de este tipo, es frecuente que los médicos y los técnicos especializados que se ocupan de los niños enfermos posean un sólido caudal de conocimientos especializados y de aptitudes.

La práctica de la medicina nuclear pediátrica hace referencia a los exámenes que se realizan a lactantes, niños de corta edad y adolescentes (hasta los 18 años). Las enfermedades que afectan a los niños presentan problemas y características específicas que pueden no apreciarse o pasarse por alto en los estudios rutinarios de diagnóstico por imagen concebidos para adultos. La detección de malformaciones de desarrollo y anomalías congénitas es más frecuente durante la infancia que en etapas posteriores de la vida.

La imagenología en medicina nuclear pediátrica se emplea para ayudar a diagnosticar trastornos infantiles potencialmente mortales que son infecciosos, no infecciosos o congénitos, o que se desarrollan durante la infancia, como el cáncer. Las técnicas de imagenología en medicina nuclear permiten evaluar a niños con cáncer u otras enfermedades que afectan a los sistemas de órganos, como el riñón, la vejiga urinaria, los huesos, el hígado, la vesícula biliar, el tracto gastrointestinal, el corazón, los pulmones, y la tiroides.

Algunas de las técnicas de medicina nuclear que se utilizan en el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades urogenitales congénitas y adquiridas y de cánceres infantiles son: las técnicas de imagenología planar en medicina nuclear, la SPECT (tomografía computarizada por emisión de fotón único) y la SPECT/TC (SPECT/tomografía computarizada); la PT/TC (tomografía por emisión de positrones/tomografía computarizada), y la medicina nuclear terapéutica.

Las exploraciones mediante medicina nuclear suelen emplearse para ayudar a diagnosticar la obstrucción urinaria en los riñones, el reflujo de la orina de la vejiga hacia los riñones, el cáncer de hueso, infecciones y traumatismos, hemorragias gastrointestinales, la ictericia en recién nacidos y niños de más edad, el hipotiroidismo congénito y, más importante, el cáncer y su metástasis en el cuerpo.

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