Tras haber logrado controlar mediante la tecnología nuclear a la devastadora mosca de la fruta, la Argentina se está preparando para combatir un nuevo enemigo: los mosquitos que transmiten el virus del Zika, además del dengue y la fiebre chikungunya.
El método aplicado en ambos casos es la técnica de los insectos estériles (TIE), un método de control de la natalidad de los insectos que utiliza la irradiación para esterilizar insectos que luego se sueltan a fin de eliminar las poblaciones de una plaga. El OIEA y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) comenzaron a apoyar a la Argentina en la aplicación de la TIE contra la mosca de la fruta a mediados de los años noventa.
Los buenos resultados obtenidos con la mosca de la fruta
La Argentina tiene un largo historial de éxitos en la aplicación zonal de la TIE. Tras la aparición de la mosca mediterránea de la fruta en el país en el decenio de 1900, el comercio de fruta con los países libres de la plaga quedó sometido a restricciones. Ello provocó pérdidas multimillonarias como consecuencia de los períodos de cuarentena y de los costos asociados a los tratamientos poscosecha requeridos para la exportación de fruta.
Gracias a un programa de erradicación basado en un método integrado de manejo de plagas que incluía la TIE, y con el apoyo técnico del OIEA y la FAO, en 2005 las autoridades fitosanitarias y los asociados comerciales pudieron declarar la Patagonia zona libre de esta plaga; desde entonces la región se ha mantenido en esa situación.
Ello ha permitido a la industria frutícola de la Patagonia ahorrar millones de dólares, al no tener que aplicar el tratamiento poscosecha para matar las larvas de mosca de la fruta, que es un requisito para la exportación. Esta industria, que principalmente se centra en el cultivo de peras y manzanas, genera 700 millones de dólares de los Estados Unidos al año, según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).