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El “paquete nuclear” ayuda a los agricultores del norte de Malasia a incrementar el rendimiento del arroz y sus ingresos

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El productor de arroz malasio Muhammad Helmi Mohd Noor emplea biofertilizante producido mediante irradiación. Ha visto cómo el rendimiento de sus cosechas ha aumentado en un 40 % desde que adaptó los productos y las prácticas desarrollados por Nuklear Malaysia. (Fotografía: M. Gaspar/OIEA)

Kubang Anak Gajah, Kedah (Malasia) – Un enfoque integrado que incorpora una nueva variedad de arroz, biofertilizante y un promotor del crecimiento de las plantas ha cambiado radicalmente la vida del productor de arroz Muhammad Helmi Mohd Noor y de sus vecinos de esta localidad del norte de Malasia. Todos ellos han visto cómo el rendimiento de sus cosechas —y con ello, sus ingresos— aumentaba en un 40 % en las dos últimas estaciones de crecimiento gracias a lo que denominan el “paquete nuclear”: un conjunto de productos y servicios desarrollados por el organismo nuclear gubernamental, Nuklear Malaysia, para ayudar a los productores de arroz del país a hacer frente a la baja fertilidad del suelo y a unas pautas meteorológicas cambiantes, incluidas unas precipitaciones más irregulares y unos períodos más prolongados de sequía.

“Incluso cuando no hay agua durante unos días o unas semanas, este nuevo tipo de arroz puede sobrevivir”, afirma Mohd Noor.

Desarrollada mediante técnicas nucleares, esta nueva variedad de arroz denominada NMR152 es utilizada por 25 agricultores al tiempo que las autoridades agrícolas la están sometiendo a las últimas fases del ensayo. Entretanto, estas autoridades han empezado a multiplicar las semillas en parcelas de cultivo especiales, con el objetivo de que haya suficientes disponibles para todos los agricultores de la zona arrocera del norte del país una vez este tipo de arroz sea aprobado en los próximos 12 a 18 meses. “Esta variedad ha sobrevivido tanto a períodos de sequía como de sumersión en agua durante 8 días, mientras que otras sucumbieron”, explica Abdul Shahrizal, oficial de agricultura del Centro de Excelencia del Arroz en la provincia vecina de Perak. “Estamos trabajando con ahínco para producir las semillas necesarias para su utilización a gran escala.”

Trabajadores del Centro de Excelencia del Arroz de Malasia trabajan en un arrozal en el que se multiplica una variedad de arroz que presenta rasgos apropiados obtenida mediante irradiación. (Fotografía: M. Gaspar/OIEA)

El arroz es unos de los alimentos básicos de Malasia y una fuente de ingresos para 300 000 agricultores. La competencia por el agua, los fenómenos meteorológicos extremos, unos nutrientes y fertilizantes inadecuados y las variedades tradicionales de arroz, cuyo rendimiento es menor, han obligado a desarrollar nuevas variedades y prácticas agrícolas. El OIEA, por conducto de su programa de cooperación técnica y en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), presta asistencia a países de todo el mundo, entre ellos Malasia, para que adapten sus prácticas agrícolas al cambio climático, y lo hace difundiendo conocimientos y buenas prácticas e impartiendo programas de capacitación a investigadores, que también son los destinatarios de distintos programas de becas y de servicios de laboratorio.

La cooperación entre Nuklear Malaysia y las autoridades agrícolas es crucial para el éxito del proyecto. Los investigadores del organismo nuclear desarrollaron esta nueva variedad irradiando semillas, imitando y acelerando el proceso natural de mutación espontánea y seleccionando posteriormente la variedad con los rasgos más ventajosos. No obstante, Nuklear Malaysia no dispone de las parcelas ni cuenta con el mandato para multiplicar las semillas y ponerlas a disposición de los productores más allá de este proyecto piloto. “Cuando los agricultores de toda la región observan la diferencia entre el rendimiento de sus cosechas y el de las nuestras, también ellos quieren cultivar la nueva variedad”, manifiesta Mohd Noor. “Es probable que pasen dos estaciones de crecimiento antes de que haya suficientes semillas para poder distribuirlas entre los agricultores”, añade Shahrizal.

Cultivar la variedad adecuada

Poseer unos rasgos agronómicos favorables es el primer paso, pero se necesita algo más que la variedad adecuada para hacer frente a un tiempo cambiante y mejorar el rendimiento de los cultivos.

Los agricultores también reciben un promotor del crecimiento de las plantas orgánico y un inductor de plantas llamado oligoquitosano, producido en Nuklear Malaysia mediante irradiación. Este producto es un derivado de la quitina, que se encuentra en la basura doméstica y los desechos agrícolas, como los caparazones de langostas, gambas, cangrejos y bogavantes. La quitina se somete a un proceso químico para transformarla en quitosano y se degrada hasta convertirla en oligoquitosano mediante irradiación gamma o con haces de electrones. Su utilización como promotor del crecimiento reduce en aproximadamente un 30 % la necesidad de pesticidas y fertilizantes, explica Shyful Rahman, un agrónomo de Nucklear Malaysia a cargo del proyecto en Kedah.

Esto es importante no solo porque evita que los agricultores incurran en gastos adicionales, sino también porque podría ayudar a restaurar la biodiversidad de la región. “La población de muchas especies locales, entre ellas peces, ha disminuido o se ha extinguido en la región como resultado del uso de fertilizantes”, declara. “Cuando era niño, solíamos ir a pescar casi todos los días. Ojalá pueda volver a hacerlo cuando me jubile.”

Las técnicas isotópicas se utilizan para determinar la cantidad necesaria de fertilizante y seguir optimizando su utilización: utilizando el isótopo N 15, que posee las mismas características químicas que el nitrógeno pero tiene un neutrón adicional, los científicos pueden hacer un seguimiento de la cantidad de fertilizante que absorbe la planta, lo que permite a los agricultores añadir al suelo únicamente la cantidad necesaria de fertilizante y cuando sea necesaria. En el caso de Hassan y sus vecinos, esto les ha permitido reducir el uso de fertilizante otro 20 % más.

Otro producto, el ácido piroleñoso, también conocido como humo líquido por su olor, es el resultado de la condensación del humo en el proceso de producción de carbón vegetal. El carbón vegetal o, sobre todo, el carbón vegetal activado son bien conocidos por su capacidad para atrapar y fijar el material radiactivo presente en el suelo contaminado.  El humo líquido es un fungicida natural, un subproducto de la producción del carbón vegetal, y se ha utilizado para inhibir varios patógenos fúngicos vegetales.

“Gracias a este enfoque complejo, no solo estamos ayudando a los agricultores a incrementar sus ganancias, sino que también estamos mejorando la resiliencia de los sistemas de producción de arroz de Malasia al cambio climático”, afirma Rahman.

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