Cuando los microorganismos marinos proliferan de manera incontrolada, forman lo que se conoce como floraciones de algas nocivas, y sus toxinas pueden causar enfermedades a la población, dañar la vida marina y provocar pérdidas por valor de millones de dólares en el sector de los alimentos de origen marino. Al objeto de ayudar a mitigar los efectos de estas toxinas, científicos del OIEA colaboran con investigadores de Cuba para detectar y medir las biotoxinas presentes en los organismos marinos y desarrollar instrumentos de vigilancia y referencia que ayudarán a detectar este tipo de brotes en todo el mundo. Este proyecto se financia a través de la Iniciativa sobre los Usos Pacíficos.
“Con una mejor comprensión de lo dañino que resulta el comportamiento de las floraciones de algas nocivas y cómo sus toxinas entran en la cadena alimentaria, será más fácil para los países vigilar las toxinas y controlar el consumo de alimentos de origen marino contaminados”, dice Marie-Yasmine Dechraoui Bottein, científica investigadora del OIEA que dirige este proyecto de colaboración con el Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC), en Cuba. “Las floraciones de algas nocivas tienen efectos particularmente importantes para los pequeños Estados insulares que dependen en gran medida de la pesca y el turismo.”
La pesca y la venta de 13 especies de peces, entre ellos el mero, el pargo y los carángidos, lleva prohibida en Cuba durante todo el año desde 1996 debido al alto riesgo de intoxicación por ciguatera en pescados, la intoxicación no bacteriana más común por alimentos de origen marino causada por la ingestión de pescado contaminado por la ciguatoxina que se origina en las floraciones de algas nocivas. Esta toxina es más común en peces tropicales de arrecife de gran tamaño. Hace muy poco tiempo que científicos cubanos, con ayuda del OIEA, adquirieron la capacidad de medir las ciguatoxinas presentes en el agua de mar y en los peces y el marisco empleando una técnica nuclear que recibe el nombre de análisis de unión de radioligando. Este método se basa en la interacción específica entre las toxinas y el receptor al que se unen (blanco farmacológico), en la cual una toxina marcada con un isótopo compite con la toxina en la muestra analizada por un número limitado de lugares de radiorreceptor, lo que permite cuantificar la toxicidad de la muestra.
Creación de material de referencia
Con estos datos y materiales de referencia, podemos perfeccionar la manera en que vigilamos las toxinas a fin de ayudar a reducir al mínimo sus efectos.