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Siempre alerta

La trayectoria del OIEA en la lucha mundial contra las zoonosis

Michael Madsen

En un curso impartido por la FAO y el OIEA, científicos veterinarios aprenden en Sierra Leona a capturar a murciélagos a fin de tomar muestras y determinar, mediante técnicas nucleares, cuáles de ellos pueden ser transmisores de virus. (Fotografía: Laura Gil/OIEA)

En 2005, tras un aluvión de brotes de peste porcina africana en la República Democrática del Congo, Gerrit Viljoen, que trabajaba para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el OIEA, visitó una granja porcina a las afueras de Kinshasa. Su objetivo era capacitar a científicos locales en técnicas de muestreo de enfermedades y prepararlos para hacer frente a posibles brotes. Todavía está perturbado por lo que vio.

En el transcurso de tres días dramáticos, el agente patógeno porcino sumamente contagioso que causa la enfermedad arrasó con toda la granja, cobrándose la vida de los 5000 cerdos que la integraban. Ese brote y sus devastadores efectos en los medios de subsistencia fueron trágicos, pero afortunadamente la peste porcina africana solo afecta a los cerdos y no se contagia a los seres humanos. Sin embargo, no todas las enfermedades animales son así. Muchas de las enfermedades infecciosas más contagiosas y letales de la actualidad —7 de cada 10— son de origen animal. Nos referimos a ellas como enfermedades zoonóticas o zoonosis.

Gracias a la capacitación, el equipo, los reactivos químicos y los conocimientos técnicos especializados que el OIEA, en colaboración con la FAO, han facilitado, algunas de las enfermedades más peligrosas y dañinas del mundo, entre ellas la COVID-19, están hoy bajo control. La respuesta del OIEA a la pandemia actual es el elemento más reciente dentro de una serie de esfuerzos destinados a combatir las zoonosis, como el zika, el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), la fiebre del valle del Rift (FVR), la gripe aviar, la brucelosis y el ébola.

La ciencia nuclear salva vidas

A finales de 2013 se desató uno de los peores y más extendidos brotes de ébola de la historia. Los casos de esta enfermedad, que se transmite por contacto con la sangre o con fluidos corporales de personas que la han contraído, rápidamente aumentaron en Guinea, Liberia y Sierra Leona. En agosto de 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la epidemia de ébola en esa región emergencia internacional de salud pública. En dos años y medio, el virus mató a más de 11 000 personas: el 40 % de las personas contagiadas. Las autoridades lograron controlar el brote y salvaron así decenas de miles de vidas.

El OIEA, siempre alerta ante posibles brotes, ya en 2012 tenía conocimiento de casos de ébola en África Central y Oriental y comenzó a prestar apoyo. Cuando se produjeron los grandes brotes en África Occidental, ya había proporcionado cebadores y protocolos para ayudar a identificar cepas de ébola. Ese fue el primer paso para controlar la enfermedad. Junto con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y los Institutos Nacionales de la Salud de los Estados Unidos de América, países como Sudáfrica y asociados internacionales como la OMS, el OIEA y la FAO ayudaron a validar los resultados de pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) (véase la infografía de la página 8), facilitaron equipo y capacitaron a expertos.

“Nuestra capacitación no se limitó a cómo conseguir resultados precisos en las pruebas PCR. También impartimos capacitación a todo el personal médico y veterinario sobre el equipo de protección personal (EPP) para tratar de garantizar que todos los médicos y científicos en cuestión tomaban las precauciones necesarias al lidiar con el virus del Ébola”, cuenta el Sr. Viljoen, ahora Jefe de la Sección de Producción y Sanidad Pecuarias del Centro Conjunto FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura. Aunque el brote de ébola que paralizó África Occidental ya ha terminado, el OIEA sigue tras la pista del virus, ahora en la República Democrática del Congo.

“La amenaza del ébola no ha desaparecido, pero podemos vigilarla y actuar antes de que se produzcan nuevos brotes, estudiando los reservorios y los huéspedes del virus, por ejemplo, determinadas especies de murciélagos”, señala el Sr. Viljoen. La detección de nuevas cepas del virus y el análisis de la tasa de mortalidad, la transmisibilidad y la infecciosidad desempeñarán un papel fundamental para combatir la enfermedad y frenar futuros brotes.

Anticiparse a los brotes

De modo similar, la cepa H5N1 del virus de la gripe aviar y otras cepas relacionadas, como la H5N8 y la H5N6, son una amenaza omnipresente para las aves de corral y la población mundial. Esta enfermedad zoonótica, en ocasiones letal para los seres humanos, tiene su origen en Asia pero es portada por aves migratorias y puede darse en otras regiones, como Europa y África. En 2017 azotó Uganda.

En la región occidental de Uganda comenzaron a registrarse tasas de mortalidad aviar inexplicadas y, a petición del país, se envió un grupo de respuesta a emergencias del OIEA para investigar. “Ya estábamos haciendo un seguimiento de la propagación de los virus de tipo H5 por toda Asia, Europa y África, y sospechábamos que pronto podría aparecer en esa zona. Cuando las aves empezaron a morir, supimos que debíamos actuar rápidamente”, declara Giovanni Cattoli, Jefe del Laboratorio de Producción Pecuaria y Salud Animal del Centro Conjunto FAO/OIEA, y experto internacional en investigación sobre gripe aviar.

El OIEA utiliza isótopos estables que están presentes de manera natural en las plumas y los excrementos de las aves para determinar qué zonas han visitado las aves acuáticas durante sus migraciones. El OIEA empleó esa información, en correlación con los datos de casos de H5 confirmados, para rastrear los contagios provocados por las aves que migraban desde China hasta la Federación de Rusia, por toda Europa y hasta África. Los resultados de las pruebas confirmaron que las muertes aviares estaban causadas por la cepa H5N8. Con el apoyo del OIEA, las autoridades de Uganda pudieron actuar rápidamente, recuperar los cadáveres de las aves y aplicar medidas para reducir la exposición humana y del ganado a la enfermedad.

“Cuanto más rápido se detecta la gripe aviar, más rápido se puede trabajar para limitar la exposición de las aves domésticas y las personas”, declara el Sr. Cattoli. La enfermedad se detectó posteriormente en la parte oriental de la República Democrática del Congo y, a comienzos de 2021, se confirmó y se controló con el apoyo del OIEA un brote de gripe aviar en el Senegal.

La detección temprana de brotes de enfermedades zoonóticas es un aspecto cada vez más importante de la labor del OIEA, que el año pasado puso en marcha el proyecto Medidas Integradas contra las Enfermedades Zoonóticas (ZODIAC). Mediante un enfoque sistemático e integrado, ZODIAC refuerza la preparación y las capacidades de los países para detectar brotes de enfermedades zoonóticas y responder a ellos.

09/2021
Vol. 62-3

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