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Bulgaria frena la propagación de una enfermedad animal con la ayuda del OIEA y la FAO

Laura Gil

Autoridades búlgaras llevan a cabo su trabajo de control de enfermedades en una granja local. (Fotografía: S. Slavchev/OIEA)

En 2018, Bulgaria detuvo la propagación de la peste de los pequeños rumiantes —una enfermedad que puede devastar el ganado— gracias en parte al apoyo del OIEA y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esa era la primera vez que se registraba la peste de los pequeños rumiantes en la Unión Europea, por lo que detener su propagación desde los primeros momentos era un objetivo importante para la región.

Brote estival

En el verano de 2018, los ganaderos de las granjas de Voden, en la parte sudoriental de Bulgaria, observaron que sus animales padecían una enfermedad. Poco después, las autoridades comunicaron que el país se enfrentaba a un brote de peste de los pequeños rumiantes. En cuestión de días, dos científicos búlgaros llegaron al OIEA para recibir capacitación y materiales con que detectar y caracterizar rápidamente el virus de la peste de los pequeños rumiantes por medio de técnicas de base nuclear. La zona fue sometida a vigilancia activa y desde julio de 2018 no se ha notificado ningún otro caso.

La peste de los pequeños rumiantes no se transmite a los seres humanos, pero puede tener graves consecuencias para el ganado y mata entre el 50 % y el 80 % de los animales infectados, en su mayoría ovejas y cabras. Su alto impacto económico hace de la peste de los pequeños rumiantes una de las enfermedades del ganado más importantes. Denominada también peste ovina o peste ovina y caprina, la peste de los pequeños rumiantes es originaria de África pero también se ha notificado en Asia y Oriente Medio.

“La mayoría de los laboratorios europeos por lo general no están familiarizados con esta enfermedad ni preparados para ocuparse de ella”, dice Giovanni Cattoli, Jefe del Laboratorio de Producción Pecuaria y Salud Animal de la División Mixta FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura. “Es exótica, está fuera de su radar. Pero afortunadamente Bulgaria reaccionó con rapidez, y nosotros tomamos medias para prestarle apoyo.”

El Laboratorio de Referencia de la Unión Europea en relación con la peste de los pequeños rumiantes, que se halla en Montpellier (Francia) confirmó posteriormente sus conclusiones.

Inmediatamente después de que se confirmase el brote, las autoridades de Bulgaria impusieron una zona de cuarentena alrededor de la aldea de Voden a fin de contener la enfermedad. Además, ordenaron hacer análisis de sangre al ganado menor y prohibieron el comercio y el transporte de todo tipo de ganado en las regiones lindantes con la frontera con Turquía, la zona del país afectada por la enfermedad.

A consecuencia de la aparición de la enfermedad se instauraron restricciones y barreras comerciales a la circulación de animales para limitar la propagación de la infección y facilitar la erradicación de la enfermedad. Ese es el procedimiento estándar en la Unión Europea. Las autoridades de Bulgaria también llevaron a cabo una vigilancia activa en la zona para apartar de los rebaños cualquier animal que posiblemente estuviese infectado. “Tenemos muchísima confianza en la capacidad de Bulgaria de controlar la enfermedad, pero hay que seguir trabajando”, indica el Sr. Cattoli. “Así como llegó a Bulgaria, podría llegar a otros países europeos.”

Seis meses después de que se presentase el primer caso, la vigilancia activa indicó que el virus ya no estaba circulando en el país —un prerrequisito para levantar la prohibición—.

¿Erradicación?

Después de 2011, cuando se declaró erradicada la peste bovina — enfermedad que es la “hermana mayor” de la peste de los pequeños rumiantes y afecta al ganado de mayor tamaño, como las vacas—, la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) fijaron como objetivo la erradicación mundial de la peste de los pequeños rumiantes para 2030. Conseguir esto podría tener importantes efectos positivos para las economías y comunidades afectadas. Por ejemplo, la erradicación de la peste bovina en 2011 dio lugar, solo en África, a un beneficio económico anual estimado en 920 millones de dólares de los Estados Unidos para la región, según las estimaciones de la FAO.

“Si examinas el virus y la epidemiología de la enfermedad, técnicamente se puede conseguir”, explica el Sr. Cattoli en relación con la erradicación de la peste de los pequeños rumiantes. “La diferencia es que hay muchísimas más cabras y ovejas cuya ubicación y movimientos algunas veces son difíciles de seguir, por lo que disponer de cifras exactas y calcular las dosis correctas de un programa de vacunación puede ser problemático.”

El OIEA, en asociación con la FAO, presta asistencia a los expertos naciones en el desarrollo y la adopción de tecnologías basadas en la energía nuclear para optimizar las prácticas de gestión de la salud animal. Esas técnicas, como el ensayo de inmunoadsorción enzimática (ELISA) y la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) son sumamente precisas.

BASE CIENTÍFICA

Ensayo de inmunoadsorción enzimática y reacción en cadena de la polimerasa

El ensayo de inmunoadsorción enzimática (ELISA) y la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) son dos técnicas de base nuclear que se utilizan comúnmente para el diagnóstico de enfermedades.

El ELISA es fácil de preparar y utilizar, por lo que es adecuado para laboratorios veterinarios de todo tipo. Los científicos colocan una muestra diluida de suero de un animal en una placa preparada y, si la muestra contiene la enfermedad de la que se sospecha, hace que una enzima del fluido cambie los colores del líquido, confirmando así la presencia de la enfermedad. El ELISA suele utilizarse para los análisis iniciales y para el cribado de poblaciones grandes, pero no puede usarse para identificar con exactitud cepas de virus.

06/2020
Vol. 61-2

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